sábado, 28 de abril de 2012

Pontevedra decimonónica

La ciudad de Pontevedra todavía conserva hoy las huellas de su glorioso pasado. Sus calles intramuros, son muestra del señorío que engalanó la ciudad a finales del siglo XIX. Sus pequeñas y coquetas plazas, cuyo perímetro lo delimitan soportales o edificios blasonados, de solido granito de las canteras locales, todavía conservan en sus fachadas los escudos heráldicos de las familias hidalgas que fueron núcleo a partir del cual se fue concretando la ciudad tal y como hoy la conocemos. Sus angostas calles nos hacen retrotraernos a épocas pretéritas en las que por su pavimento empedrado pisaban con gallardía nuestros antepasados que se dirigían a las tertulias literarias o a las sociedades culturales que se prodigaban para lustre de la ciudad, tales como el Casino, el liceo Gimnasio, la Sociedad Arqueológica, etc.
Los paseos por la Alameda, donde la burguesía, la aristocracia y el pueblo llano, disfrutaban de los conciertos de la banda del Hospicio, constituían un buen pretexto para las relaciones sociales, pese a que cada sector disponía de su zona sin mezclarse. Esos paseos eran la prueba más palpable de una sociedad estratificada y clasista pero que al convivir en una ciudad pequeña, y al conocerse unos y otros, respetaban y asumían esas diferencias de rango que el destino, las rentas y el apellido les habían conferido, no desviándose nunca del rol que tenían asignado.
Si bien esta diferencia de clases hoy podemos juzgarla como una reminiscencia del pasado, iba a tener un aspecto positivo dentro del contexto histórico en el que se manifestó.

viernes, 27 de abril de 2012

O Bautizo

Poida que non me créades
Mais xúrovos qu’abofellas
Mireino con estes ollos
Que ten que roer a terra.
E que non estaba bébedo
Nin c’unha pinga siquera;
O caso foivos no ponte
Que diu nome a Pontevedra.
¿Vos seica nunca a esa vila
Fóstedes vender a feira?
Pois o qu’e a ponte é boa:
Da xenio o longa qu’é ela.
No medio d’unha baranda,
Non me lembro si d’a esquerda,
Ten un cruceiro muy longo
E ó pé un asento de pédra;
N’outra baranda hai un peto
C’unhas animiñas vellas
Que hay que gardar por de noite
Por or de qu’alguen poidéra
Rabuñar ó purgatorio.
Qu’é lástema que se perda.
¡Non vos sabe un ond’a ten!
¡Canté si un home a soupera!
¡Non, oh!, que ás veces o démo
Sal onde menos se pensa.
Catade qu’era de noite
E que había algunha brétema
E que como dix’o outro,
Non iba a bulsa valeira.
Preto do medio d’a ponte
Estaban de centinela
Dous homes, cad’un c’un sacho
E así que cheguei a beira
–Alto, dix’un, ¡non se pasa!
–¿E logo?
–Teña pacencia.
(Eu por si acaso, paréime.
E non fuxin porqu’as pernas
Entumironse c’o medo).
–¿Qué demo é? Non se metan
Con quen sigue o seu camiño.
–Eiquí non se arma quimeria
Nin se llefai mal a nadie.
–Logo, bén. Pois entón teñan
Si queren divertición
Máis crianza é máis aquéla.
¡Vaite con todos los diaños
Qu’inda arrenegados sean!
Déixame pasar.
–Non podo.
–¿Qué non podes? ¡Leria! ¡Leria!
A isto o reló da vila
Guindóu zoando na brétema
Das doce en punto da noite
A badalada primeira.
O oila os dous do sacho
Mainos descrubrind’a testa
E con moita cortesía
Sáltame a decir: «Quixera

Si é que nos fai esa gracia,
Que vostede a moza aquela
Fíxese unh’a alma cristiana»
–¿A qué moza di’om? ¿Ti rabeas?
¿Ou fas o aduecido?
–Home, non penso aboféllas.
–Pró, ¿qué queredes que faga?
–Bautizar o neno ou nena
Que Dios e María Santísima
E San Benito lle dean;
Pois dous que toubo morreron
E para que non teña pérda
Dest’outro, hai que bautizalo
Un pouc’antes d’a nacéncia,
Un sábado com’e hoxe,
Por quén pase, vaya ou veña,
O ponte, das doce en punto,
A badalada primeira.
………………………..
Non houbo xa máis remedio
E fomos as escaleiras
Do ponte e préto do río
Collín auga c’a tal meiga
Fixenll’unha cruz no peito
A modiño e con concencia
Dicindo o que di a doctrina
E como Dios nos enseña;
Logo fixenll’outra cruz
Máis abaixo, e non quixera
O lembrarme d’outro sitio
Onde fixen a terceira;
Que como era boa moza…
¡Mais d’unha ves se me lembra!
¡Ai de Dios!, no instantiño
En qu’arrematei a festa.
«¡Vaiche salir torto e coxo
E c’os cadriles n’a testa!
¡Ogallá che saia macho!
¡Ogallá che saia femia!
¡Ogallá naza con cornos!
¡Ogallá naza sen pernas!
¡Quiera Dios saia con xiba!
¡Ogallá que Dios cho dea
Cuberto de carafunxos
Así berra, que te berra
Houbeando como cans
Comenzóu a caninéa
D’uns lapadoiros d’a vila
Que viron tod’a comedia
Caladiños n’un curruncho;
Mais nos tiramos aprésa
Para non darlles moito creto
O que dentro d’unha cesta
Levaba miña comadre
Entre pan e viño e freba
E entre cacheira de porco…
E entre de porco cacheira…
¡Vaiche boa, lapadoiros!
¡Vind’e a cheirar nosa cea!

Andrés Muruais

El mausoleo

     La tumba de los hermanos Muruais se encuentra en el cementerio municipal de Pontevedra. Este cementerio fue trazado y realizado por el arquitecto Alejandro Sesmero y se inauguró el 29 de septiembre de 1882. Las necesidades de expansión de la ciudad, hicieron necesario el traslado del antiguo cementerio a un lugar más alejado. Se eligió el lugar de San Mauro, en la parroquia de Mourente. La primera persona enterrada en él fue el niño de un año, Juan Ramón Vázquez Rodríguez, el 1 de octubre de ese año. El primer personaje célebre fue Andrés Muruais, que falleció días después, concretamente el 21 de octubre. Muruais fue el cadáver número 16 que se sepultó en el cementerio pontevedrés de San Mauro.
     En primera instancia, Andrés Muruais fue sepultado en una tumba hoy desaparecida, pues la familia construiría años más tarde el mausoleo que hoy permanece en pie y cuyos gastos corrieron a cargo de su hermano Jesús y su cuñado Pedro Martínez Casal, esposo de Soledad Muruais. Una lápida en marmol atestigua ser propiedad de ambos.
Como puede apreciarse en la foto, el mausoleo simula un palio de granito bajo el que se encuentra el busto en mármol blanco de Andrés. Esta escultura fue encargada por la familia al escultor catalán Joseph Reynès i Gurgi, aunque algunos biógrafos se lo atribuyan erroneamente al escultor santiagués Isidoro Brocos. El mausoleo llegó a Vigo en el vapor Covadonga en enero de 1884, porlo que podemos datarlo de ese año.
Los hermanos Muruais eran anticlericales y no sabemos si es intencionado o no, el hecho de que el monumento funerario carezca de ornamentación religiosa alguna.